viernes, 8 de julio de 2016

¿Sífilis? Echále siempre la culpa al vecino




"En este mundo machista en el que llevamos viviendo desde hace milenios el principal objetivo de los condones no ha sido el de actuar como método anticonceptivo y regular los embarazos, sino el de evitar que los hombres se contagien de enfermedades venéreas, en particular, en los últimos cinco siglos, de esa sífilis de la que hemos hablado. (....) Lo que es curioso, tal como señala Daniel Turner, fundador de la dermatología británica, es que las grandes naciones europeas rechazan aceptar el honor de ser asociadas a dicho crucial invento. Así, los franceses llaman al preservativo la capote anglaise, la capota inglesa, mientras que los ingreses lo llaman the french letter, la carta francesa. Otros nombres históricos han sido "la maquina profiláctica", la "coraza", la camisinha y la "gabardina". Esa variedad terminológica es algo que comparte con quien fue su principal objetivo durante siglos, la sífilis. Así, los italianos la llamaban el male francese y también la "sarna española"; los franceses, el "mal napolitano"; los alemanes, las französische Pocken (viruelas francesas) o directamente Franzosen (francesas); los holandeses la llamaban spanse Pocken (o viruelas españolas), los magrebíes el mal espagnol y los portugueses, el mal castillán. En cambio, los habitantes de las Indias Orientales y los japoneses la conocían como el mal de Portugais, los habitantes de Tahití como la "enfermedad británica", y los turcos y pueblos del Mediterráneo como el "mal cristiano", aunque era, en cambio, el "demonio turco" para los persas y la "enfermedad polaca" para los moscovitas. Un ejemplo de esa notable habilidad que tenemos para echarle al vecino la culpa de nuestros problemas."

El párrafo, en el que tan didácticamente se muestra como de todo lo malo solemos culpar al vecino o al enemigo, pertenece a un interesante artículo de José Ramón Alonso publicado en el nº 10 de Jot Down Smart (julio - 2016) con el título "Condones Caimán - Una dulzura sin par", y en el que repasa parte de la historia de este complemento tan habitual en la erótica íntima desde hace mucho más tiempo del que pensamos.

La foto pertenece a un detalle de la maravillosa escultura "El rapto de Proserpina" obra de Bernini.