martes, 23 de diciembre de 2014

Orson Welles, Charlton Heston y "Sed de Mal" (1958)




Ese gran genio del cine que es Orson Welles tuvo la desgracia de hacer su mejor película muy joven, despues todo fueron problemas con los estudios, que más de una vez destrozaron sus películas en montajes monstruosos o crueles eliminando más material del deseable. Una de sus cumbres es la película "Sed de mal" donde ya solamente su "plano secuencia" inicial es magistral y merito suficiente para ser una película recordada en la historia del cine. Cada nuevo proyecto era un verdadero problema y a veces se tenía que encomendar a la providencia para sacarlos adelante. 

En la película Vargas (Charlton Heston) le decía al sargento Quinlan (Orson Welles):

-"Me alegrará conocerte Quinlan"
-"Eso es lo que usted cree".

Aunque puede que visto el resultado Heston llevara razón; de hecho, que esta obra sea lo que es ahora se debe a una fijación suya. A veces la casualidad hace coincidir a dos genios en una misma película y este es el caso de "Sed de Mal". Corría el año 1958, la Universal se había propuesto un proyecto nada pretencioso, rodar una película con buenos actores y poco más. Hablaron con Charlton Heston para proponerle el papel de Vargas, un agente modélico que se ve envuelto en la investigación de un turbio asunto, y entre otras cosas le dijeron que en frente tendría a Orson Welles que interpretaría el papel de Hank Quinlan, un sucio y grasiento policía con el que tendría que lidiar para llevar a buen puerto su trabajo. Les acompañarían Vivian Leigh y Marlene Dietrich, Joseph Cotten y Zsa Zsa Gabor. Un reparto magnífico para un proyecto del que se esperaba poco.

Algo debió de pasar durante la contratación de Heston, ya que este aceptó el papel entendiendo que la dirección corría también a cargo de Welles, algo determinante para que el aceptara finalmente intervenir en el film. Los directivos de la Universal, para no perder la baza de este actor acabaron por confiar a Welles la dirección tal y como quería Heston. 

Welles aceptó el reto con la condición de que le dejaran reescribir el guión y así, en una semana tenía escrito su propio texto, basándose en el guión previo de Paul Monash. Y de esta manera una película sin ambiciones en su principio llegó a convertirse, gracias al toque Welles y a unas actuaciones formidables de este mismo y de Heston, en una de las cimas del séptimo arte.

El final de la historia, la anécdota, es que Orson Welles después de su extraordinario trabajo en la dirección y en el guión, sólo cobró por su interpretación del orondo Quinlan. Como siempre salió trasquilado aunque al menos esta vez tuvo la oporturnidad de hacer una nueva obra maestra... gratis.


“¿Falsificando pruebas? No, ayudando a la justicia.”


El famoso plano secuencia con el que se abre la película:



Un poquito de Welles en acción: