sábado, 22 de junio de 2013

El templo Sri Ranganathaswamy (India)



El templo Sri Ranganathaswamy está situado en la isla de Srirangam y, aunque como reclamo turístico no es muy conocido, lo cierto es que es uno de los templos en funcionamiento más grandes de la India y un lugar donde muchos creyentes van a rezar sus oraciones.


Tres kilómetros de construcción distribuidos en 21 pirámides es de lo que se compone este majestuoso templo. El templo Sri Ranganathaswamy se caracteriza por su espléndida belleza a pesar de ser una de las maravillas de la India menos conocidas en su interior, cuenta con numerosas salas de las cuales la principal, se encuentra en la misma entrada del templo y está compuesta por más de mil columnas.


La historia que envuelve al templo Sri Rangathaswamy está dedicada a la deidad Vishnu y puede presumir de ser el primer templo que se dedica a la misma. En el interior de la construcción y en los alrededores podremos ver a numerosos seguidores y creyentes de esta deidad que acuden rigurosamente a rezar sus plegarias.


La jungla de asfalto (John Huston, 1950)



“Después de todo, el crimen es la consecuencia de un concepto equivocado de la vida”

“Lo malo de los policías es que no te puedes fiar de ellos porque al final se acaban poniendo del lado de la ley”.

“De una forma u otra, todos trabajamos para pagar nuestros vicios.”

Cobby: ¿Qué te parece el whisky? Está hecho en tu tierra.
 Doc: ¿Cuál es su tierra?
Dix: Boone County, Kentucky. La mejor agua que hay en el país hace que el whisky se pueda beber.

"-Pero aún queda en pie lo del viaje a Cuba, ¿verdad?
- A ti te quedan varios viajes aún, querida."

"Raices Profundas" - 1953

 
RAICES PROFUNDAS (Shane) - 1953 - 118' - EEUU
Director: George Stevens
Reparto: Alan Ladd, Jean Arthur, Van Heflin, , Jack Palance, Ben Johnson, Edgar Buchanan, Elisah Cook Jr., John Dierkes, Emile Meyer
Productora: Paramount Pictures

"Raices profundas" (o también "El desconocido" o "Shane el desconocido") es sin duda uno de los grandes western de la historia del cine, tanto que sirve de inspiración para otra de las grandes obras del género: "El jinete pálido" de Clint Eastwood. Basada en un guión A.B. Guthrie Jr. a partir de una historia de Jack Schaefer, la película tuvo una amplía presencia en los Oscar de 1954 ya que fue nominada en 6 categorias, entre las que se incluían mejor película y mejor director, llevándose finalmente solo el correspondiente a a la mejor fotografía en color, a cargo de Loyal Griggs. Alan Ladd está sensacional y muestra a la perfección ese tipo de personaje justo y a la vez peligroso que consagra la figura del pistolero defensor de los débiles. Por supuesto ante un personaje como "Shane" hace falta el contrapeso de un "malo malísimo" y Jack Palance asume este rol bordando su papel de despiadado pistolero a sueldo, el temido Jack Wilson. Otros personajes que quedan en el recuerdo es el decidido granjero Joe Starrett al que da vida Van Heflin y por supuesto la curiosa mirada del pequeño Starrett al que encarna Brandon De Wilde. La película goza de algunas escenas sensacionales que dan muestra de la maestría de George Stevens como director y no debe olvidarse la música, a cargo de Victor Young y que resulta uno de los puntos fuertes de la obra, resultando su tema principal uno de los grandes clásicos de las bandas sonoras del género.
 
Alan Ladd - Jane Arthur y Van Heflin


 En 1993, Shane fue incluida entre los filmes que preserva el National Film Registry (Registro Nacional de Filmes) de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, por ser considerada «cultural, histórica o estéticamente significativa».

SINOPSIS (tomada de wikipedia - ¡ojo que revela el desenlace de la película!):

Shane, un pistolero errante, llega a una granja donde vive el matrimonio Starret y su hijo. Al principio el matrimonio lo recibe de manera amable, dejándole que tome agua de su pozo, pero cuando ven que se acercan otros hombres a caballo creen que Shane es una avanzadilla de un grupo agresor, así que el marido, Joe Starret, lo obliga a irse apuntándole con el rifle con el que su hijo jugaba unos momentos antes. Shane se marcha sin buscar pelea, pero a poco regresa y con su sola presencia intimida a los jinetes.
 
Alan Ladd y Van Heflin

 El tema central de la película es el clásico en el género western: la pugna entre un terrateniente que cree tener derecho a adueñarse de toda la tierra y modestos granjeros que se instalan y aparcelan pequeñas porciones de terreno; uno y otros se baten en una guerra por el derecho a la tierra. Además de este tema está el amor platónico que surge entre la señora Starret y el apuesto pistolero, y la adoración que el pequeño Joey, el hijo de los Starret, siente por éste.
Jack Palance de pie con sombrero
 
Tras una secuela de vivencias, la escena culminante de la película es un duelo que enfrenta al terrateniente, a su hermano y a un temible pistolero que han contratado, que responde al nombre de Wilson, contra Shane. Tras un formidable duelo, en el que el hermano emboscado hiere a Shane, que se mueve gracias a la advertencia del pequeño Joey, Shane sale victorioso y abandona el pueblo, herido sobre su caballo, dejando la duda en el espectador de si va malherido o muerto, mientras el pequeño Joey se despide de él.
 
Tras una pelea épica el pequeño Starret (Brando de Wilde) invita a marchar a Shane (Alan Ladd)


 Alan Ladd - Shane
Van Heflin - Joe Starrett
Jean Arthur - Mariam Starrett
Brandon De Wilde - Joey Starrett
Jack Palance - El pistolero Jack Wilson
Ben Johnson - Chris Calloway
Edgar Buchanan - Fred Lewis
 
George Stevens en pleno rodaje (agachado)


 

Carta de Stanley Kubrick a Ingmar Bergman




Querido Sr. Bergman,

Sin duda usted ha recibido el suficiente reconocimiento y éxito alrededor del mundo para hacer esta nota totalmente innecesaria. Pero para lo que sea que valga, me gustaría añadir mi alabanza y gratitud como director y colega por la contribución brillante y sobrenatural que ha hecho al mundo con sus películas (nunca he estado en Suecia así es que nunca he tenido el placer de ver su trabajo en el teatro). Su visión de la vida me ha conmovido profundamente, mucho más profundamente de lo que jamás he sido conmovido por cualquier otra película. Creo que es el mejor cineasta trabajando en el momento. Más allá de esto, permítame decirle que nadie lo ha superado en la creación de estados de ánimo y atmósferas, en la sutileza de las actuaciones, la evitación de lo obvio, la veracidad y la integridad de la caracterización. A esto hay que añadir todo lo que entra en la realización de una película. Creo que ha sido bendecido con actores maravillosos. Max von Sydow, Ingrid Thulin viven ávidamente en mi memoria, hay muchos otros en su compañía de actuación cuyos nombres se me escapan. Le deseo a usted y a todos ellos la mejor de las suertes, y buscaré con entusiasmo cada una de sus películas.

Stanley Kubrick

9 de febrero de 1.960

Andrei Tarkovski.- sobre Luis Buñuel


La obra de Buñuel  está profundamente arraigada en esta cultura clásica de España. Es sencillamente impensable sin una referencia apasionada a Cervantes y a El Greco, a Lorca y a Picasso, a Salvador Dalí y Arrabal. La obra de éstos, llena de pasiones airadas y tiernas, de tensión y de protesta, surge de un profundísimo amor por su tierra lo mismo que del odio que les domina por entero: odio a todo esquema enemigo de la vida, a todo intento frío y descorazonado de vaciar los cerebros. Ciegos de odio y de sospecha, ellos expulsarán de su campo de visión todo lo que no contenga una referencia vital al hombre, todo lo que no acoja esa chispa divina y ese sufrimiento hecho costumbre que la tierra española, rocosa y caliente hasta la ignición, ha tenido que beber durante siglos. La tensa fuerza rebelde de los paisajes de El Greco, por ejemplo, el devoto ascetismo de sus personajes, la dinámica de las alargadas proporciones internas de sus cuadros, y los colores salvajemente fríos, tan poco característicos de su tiempo, y familiar más bien a los admiradores del arte moderno, dio lugar a la leyenda de que el pintor era astigmático y que esto explicaría su tendencia a deformar las proporciones de los objetos y del espacio. Pero creo que sería una explicación demasiado simplista.
 Por su parte, el Don Quijote de Cervantes se convirtió en un símbolo de nobleza, de generosidad, de abnegación y fidelidad; y Sancho Panza, del buen sentido común. Pero Cervantes mismo fue, si tal cosa fuera posible, aún más fiel a su héroe que éste a Dulcinea. En prisión, obnubilado de rabia porque un canalla había publicado sin licencia una segunda parte de las aventuras de Don Quijote, que era una afrenta para el puro y sincero afecto del autor por su vástago, escribió su propia segunda parte de la novela, matando a su héroe al final de ella, para que nadie pudiera en adelante mancillar la sagrada memoria del Caballero de la Triste Figura. Goya se enfrentó sin ayuda ninguna al cruel y endeble poder real y se opuso a la Inquisición. Sus siniestros Caprichos se convirtieron en la personificación de las fuerzas oscuras que odiaba con todo su corazón, y que le arrastraron al terror pánico, animal -que menospreciaba como algo vicioso y que le condujo la batalla quijotesca contra el oscurantismo y la locura-.


La fidelidad a su vocación artística, casi profética -concluía Tarkovski-, ha hecho grandes a estos españoles.

(de "Esculpir el Tiempo", publicado por primera vez en castellano, en 1.991, en la editorial Rialp)

El desarrollo del arte español, por ejemplo, la línea que han seguido las tradiciones de España, ilustran muy bien la necesidad que tenemos en la actualidad de reelaborar las viejas tradiciones nacionales, de asimilarlas de una forma nueva, utilizando los problemas contemporáneos, actuales. Para mí, es indudable que el Greco, Cervantes y Goya son las fuentes de las que parte Buñuel. Buñuel no podría existir en absoluto sin El Greco, sin Goya, sin Cervantes. Esto es indudable. La crudeza de Goya, por ejemplo, su lenguaje directo para manifestar su sufrimiento por el pueblo, eso ha penetrado en Buñuel, forma parte de su sangre, de su cuerpo. La profundidad del drama espiritual que se desarrolla ante nuestros ojos en los personajes del Greco, por otra parte, esa profundidad espiritual que manifiesta la tradición que parte de El Greco, se transmite diáfanamente a Buñuel; al menos, yo lo siento así cuando veo Los Olvidados. El protagonista de esta película es para mí un típico personaje de El Greco, incluso exteriormente, hermoso, con la belleza que pintaba El Greco, con los ojos un tanto oblicuos, el rostro alargado. Buñuel posee de Cervantes ese anhelo reflejado en Don Quijote, ,que en el filme Nazarín ha hallado una reflexión muy particular y determinada. Para mí, está completamente claro que Buñuel es asombrosamente tradicional y por lo tanto, asombrosamente popular, asombrosamente comprensible y lógico para los españoles y para todos los pueblos que poseen sangre hispana, es decir, que pertenezcan a esa tradición cultural.

Andrei Tarkovski, " La infancia dejada atrás."

Samuel Beckett.- Malone Muere (Inicio)



Pronto, a pesar de todo, estaré por fin completamente muerto. El próximo mes, quizá. Será, pues, abril o mayo. Porque el año acaba de empezar, mil pequeños indicios me lo dicen. Tal vez me equivoque y deje atrás San Juan e incluso el 14 de julio, fiesta de la Libertad. Qué digo, tal como me conozco, soy capaz de vivir hasta la Transfiguración o hasta la Asunción. Pero no creo, no creo equivocarme al decir que dichas fiestas, este año, se celebrarán sin mí. Tengo esa sensación, la tengo desde hace algunos días, y espero no engañarme. Pero, ¿en qué se diferencia de aquellas que me confunden desde que existo? No, esta clase de preguntas no me preocupa; en lo que a mí respecta, ya no necesito ser original. Moriría hoy mismo, si quisiera, con sólo proponérmelo, si pudiera querer, si pudiera proponérmelo. Pero mejor dejarme morir, sin precipitar las cosas. Algo debe de haber cambiado. No quiero ya inclinarme, ni en un sentido ni en otro. Seré neutral e inerte. Me resultará fácil. Sólo hay que tener cuidado con los sobresaltos. Por otra parte, me sobresalto menos desde que estoy aquí. Evidentemente, aún siento de vez en cuando impulsos de impaciencia. Y de ellos debo defenderme ahora, durante quince días o tres semanas. Sin exagerar nada desde luego, llorando o riendo tranquilamente, sin exaltarme. Sí, por fin seré natural, sufriré todavía, después menos, sin sacar conclusiones, me escucharé menos, no seré frío ni caliente, seré tibio, moriré tibio, sin entusiasmo. No me miraré morir, eso lo falsearía. ¿Acaso me he visto vivir? ¿Acaso me he quejado alguna vez? Entonces, ¿por qué alegrarme ahora? Estoy contento, es inevitable, pero no hasta el punto de batir palmas. Siempre estuve contento, a sabiendas de que sería recompensado. Y aquí está ahora mi viejo deudor. ¿Es esto una razón para agasajarle? Ya no responderé a las preguntas. Intentaré también no formulármelas. Podrán enterrarme, no me verán ya en la superficie. Hasta entonces me contaré historias, si puedo. No serán las mismas historias de otras veces, eso es todo. Serán historias ni buenas ni malas, apacibles, no habrá en ellas fealdad ni belleza, ni fiebre. Apenas si tendrán vida, como el artista. ¿Qué digo? No importa. Espero proporcionarme mucha satisfacción, cierta satisfacción. Estoy satisfecho, eso es todo, estoy preparado, se me reembolsa, ya no siento ninguna necesidad. Dejadme decir para empezar que no perdono a nadie. Os deseo a todos una vida atroz y luego las llamas y los hielos de los infiernos y un honroso recuerdo en las execrables generaciones venideras. Basta por esta tarde.