martes, 18 de junio de 2013

Dublineses (John Huston, 1987).- Fragmentos del guion



(Monólogo final del protagonista):

Qué pequeño papel he representado en tu vida. Es casi como si no hubiera sido tu marido, como si nunca hubiéramos convivido como marido y mujer.
¿Cómo eras entonces? Para mí, tu cara sigue siendo preciosa, pero ya no es aquella por la que Michael Fury dió su vida. ¿Por qué siento este torbellino de emociones?
¿Qué las ha despertado? ¿El recorrido en el coche de punto?, ¿su indiferencia al besarle la mano?,¿la fiesta de mis tías?, ¿mi estúpido discurso?,¿el vino, el baile, la música? Pobre tía Julia. ¡Qué expresión tan macilenta tenía mientras cantaba ataviada para la boda!
Pronto será también una sombra como la sombra de Patrick Morgan y su caballo.
Quizá pronto me siente en ese mismo salón, vestido de negro.
Los visillos estarán corridos y yo rebuscaré en mi mente palabras de consuelo, y sólo encontraré algunas torpes e inútiles.
Sí, sí, eso ocurrirá muy pronto.
Sí, los periódicos tienen razón: la nieve está cubriendo toda Irlanda, cae sobre toda la oscura llanura central, sobre las colinas despobladas, suavemente sobre los pantanos de Allen, y, más lejos, hacia el oeste, cae suavemente sobre las oscuras y revueltas aguas del Shanon.
Uno a uno, todos nos convertiremos en sombras.
Es mejor pasar a ese otro mundo impúdicamente, en la plena euforia de una pasión,
que irse apagando y marchitarse tristemente con la edad.
¡Cuánto tiempo has guardado en tu corazón la imagen de los ojos de tu amado diciéndote que no deseaba vivir! Yo no he sentido nada así por ninguna mujer,pero sé que ese sentimiento debe ser amor.
Piensa en todos los que alguna vez han vivido desde el principio de los tiempos, y en mí, transeunte como ellos, fluctuando también hacia su mundo gris, como todo lo que me rodea. Este mismo sólido mundo
en el que ellos se criaron y vivieron se desmorona y se disuelve.
Cae la nieve. Cae sobre ese solitario cementerio en el que Michael Faurey yace enterrado.
Cae lánguidamente en todo el Universo y lánguidamente cae, como en el descenso de su último final,
sobre todos los vivos y los muertos.

PROMESAS ROTAS (Poema irlandés, recitado por uno de los asistentes a la cena, de autor desconocido):

Es tarde.
Anoche el perro hablaba de tí
El pájaro hablaba de tí en el profundo pantano.
Decía que tú eres el ave solitaria a través del bosque
y que probablemente sigas sin pareja
hasta que me encuentres.
Que me diste tu palabra
y me mentiste
y que estarías junto a mí
cuando se reunieran los rebaños.
Te llamé con un silbido y trescientos gritos,
pero allí no había más que
un corderillo balando.
Me prometiste algo difícil de conseguir:
un barco de oro bajo un mástil de plata,
doce ciudades,
cada una de ellas con un mercado
y un bello patio blanco al lado del mar.
Me prometiste algo que no es posible:
que me regalarías unos guantes de piel de pescado,
que me regalarías unos zapatos de piel de pájaro
y un vestido de la mejor seda de Irlanda.
Mi madre me dijo que no hablara contigo,
ni hoy, ni mañana, ni el domingo,
pero eligió un mal momento para decírmelo:
fue como cerrar la puerta
cuando ya habían robado la casa.
Tú me has dejado sin este.
Tú me has dejado sin oeste.
Me has dejado sin lo que había ante mí
y sin lo que había detrás de mí.
Tú me has quitado la luna,
tú me has quitado el sol también.
y mi terror es inmenso:
tu, incluso, me has arrebatado a Dios.


El monólogo final de la película, subtitulado:


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